Caras de la Violencia
La violencia es un problema social y de salud, nada justificable, en la que está presente el concepto de poder y jerarquía, y recurre sin distinción de edad, educación y nivel socioeconómico.
Adopta diversas expresiones, desde el silencio hasta el maltrato físico, lacera la dignidad y produce daños irreparables en la salud mental.
La violencia de género es una de las muchas variantes de este fenómeno, que tiene como causas la masculinidad hegemónica (machismo), ejercicio de poder, formación educativa, modelos que se imitan, alcoholismo, drogas, tabaquismo, entre otras. En el caso de las tres últimas actúan como factores desencadenantes.
Podemos identificar varios tipos de violencia como la física, psicológica y sexual (abuso lascivo, violación y acoso sexual). Sus víctimas pueden sufrir lesiones, traumas, depresión, baja autoestima, inseguridad, disfunciones sexuales, ansias de venganza, etc. En el caso de las mujeres también se vuelven sumisas, algunas llegan a rechazar a los hijos y a tener embarazos no deseados.
Los niños y adolescentes sufren afectaciones psicológicas, trastornos emocionales y del sueño, manifiestan aislamiento, disminución en la aprendizaje, anorexia y reproducen conductas violentas.
Las personas que ejercen violencia también sufren efectos negativos a causa de ello, ya que se sienten ofendidas, inferiores, impotentes, deprimidas, ansiosas, arrepentidas, culpables, inseguras, y son rechazadas por la familia y la sociedad.
En muchos casos tanto las víctimas como los victimarios intentan suicidarse, sobre todo las mujeres y los adolescentes, mientras que los hombres suelen adoptar conductas homicidas-suicidas.
Sin reparar en daños
A partir de los dos años de edad los niños comienzan a reproducir los roles de género que desde pequeños se les asigna. Algunos varones al llegar a la adolescencia no cumplen con el patrón socialmente establecido, y se les impone un modelo de masculinidad hegemónica que genera violencia.
Sobre esto indagó el doctor Carlos Manuel Rodríguez Aguiar, Especialista de Primer Grado en Psiquiatría Infantil. Nuestra página de hoy está basada en su tesis para optar por el título académico de Máster en Sexualidad.
En dichos estudios se comprobó que estos muchachos tienen sentimientos de soledad, rechazo y humillación, sensación de sentirse despreciados, apartados, diferentes, piensan que nadie los quiere. Sufren agresión física y verbal, y abuso por ser considerados desde lo social como ‘diferentes’.
También son objeto de burla, discriminación y crítica. Muchas personas los evitan y rechazan, reciben poco afecto y cariño, y a otros adolescentes les prohiben relacionarse con ellos.
Los grupos de amigos los agraden verbalmente, los avasallan, ofenden, golpean, violentándolos tanto física como psicológicamente.
Todo esto conlleva a trastornos mentales depresivos, psicosomáticos, de ansiedad, elementos neuróticos en su personalidad en formación, riesgo potencial de conducta suicida, repercutiendo de forma negativa en su salud.
Educar para el respeto
«En muchos de sus aspectos el proceso tradicional de construcción de la masculinidad es violento en muchos de sus aspectos, porque supone la imposición arbitraria, de un conjunto de normativas culturales estereotipadas que lastiman, humillan, amputan, las características naturales que como seres humanos poseen los niños y adolescentes, a las cuales deben renunciar para sustituirlas por otras ligadas a la fuerza y el poder», así lo evidencian las investigaciones realizadas por el doctor Carlos Manuel.
Una vez más se reafirmó que la orientación sexual de los individuos no coincide con la identidad de género, ya que los adolescentes estudiados a pesar de no cumplir con las normas impuestas por la sociedad se valoran como masculinos.
La salud física y mental de muchos de los adolescentes que son sometidos a la imposición de los estereotipos de masculinidad se afecta grandemente, al padecer trastornos emocionales que influyen de forma negativa en su integridad e inserción psicosocial.
El Especialista de Primer Grado en Psiquiatría Infantil llegó a la conclusión que la coeducación y la eliminación del sexismo en las prácticas socializadoras intergenéricas son imprescindibles como principal vía de prevención para el desmontaje de la violencia de género.
La familia, y principalmente los padres, juega un papel muy importante en la formación de los individuos, ya que en este medio adquieren los valores que les serán necesarios para su adecuada adaptación en la sociedad. Según la educación que se les de así actuarán en el ámbito social, por eso debemos brindarles todo el apoyo necesario y propiciarles un contexto socio-cultural favorable para su sano desarrollo.
La comunicación es un factor imprescindible, nos permite aprender a respetar a los demás, aceptar errores, recibir orientación especializada y buscar soluciones a los problemas.
Para este mal no hay antídoto ni vacuna, la solución la tenemos nosotros mismos. Tomar conciencia de la violencia que a veces generamos, evitar actitudes de este tipo, controlar los impulsos negativos e incorporar nuevos valores a nuestra personalidad, son algunas de las acciones positivas que podemos poner en práctica.
Si a todo esto le agregamos un poquito de amor, contribuiremos al incremento de la paz en nuestra sociedad.